En una investigación sin precedentes, la Fundación Manantial de Vida ha revelado que no existe un perfil específico para los perpetradores de feminicidios y homicidios contra mujeres. Este impactante hallazgo pone de manifiesto que desde profesionales hasta iletrados, obreros, empresarios, ateos, religiosos, pacíficos, violentos, ricos y pobres han estado involucrados en estos actos atroces. La conclusión es clara: no se puede predecir quién podría cometer tales crímenes, excepto por el acto mismo que cometen.
Durante un estudio de siete años, la Fundación Manantial de Vida llevó a cabo una investigación exploratoria, cualitativa y secuencial con privados de libertad por feminicidios y violencia contra la mujer. A pesar de la diversidad de perfiles, se identificaron patrones conductuales desencadenados por experiencias emocionales. Estas variables emocionales, aunque no pueden predecir un feminicidio, arrojan luz sobre los detonantes detrás de estos actos de violencia:
1. Crisis Vital: Las crisis vitales, que resultan en cambios en la vida, pueden desencadenar alteraciones químicas en el cerebro, convirtiendo a las personas en seres peligrosos para sí mismos y para los demás. Estos individuos pueden quedar atrapados en el pasado emocional, incluso después de años de haber terminado una relación.
2. Trauma de Apego: Aquellos que experimentaron negligencia, abandono o abuso durante su infancia a menudo desarrollan un apego inseguro, lo que conduce a dependencias emocionales tanto en amistades como en relaciones de pareja. La necesidad de afecto puede llevar a una conducta adictiva en las relaciones.
3. Adicción Afectiva Emocional: Las sustancias químicas liberadas en el cerebro durante una relación de pareja pueden crear dependencia emocional, similar a las adicciones conductuales. El abuso de esta adicción puede desencadenar comportamientos peligrosos.
4. Trauma por Abuso o Maltrato: Las personas que han sido víctimas de abuso pueden desarrollar hipervigilancia y reaccionar violentamente ante cualquier situación que perciban como amenazante, incluso si es emocional. Esta reacción puede ser desproporcionada y detonada por cambios químicos en el cerebro.
5. Irritabilidad: La irritabilidad, a menudo un síntoma de depresión, ansiedad o agotamiento, puede hacer que las personas respondan de manera agresiva a situaciones que normalmente no provocarían una respuesta.
6. Trastornos de Personalidad: Algunos victimarios muestran patrones de comportamiento, pensamientos y emociones que se desvían de las normas culturales o grupales. Los patrones paranoicos y narcisistas son comunes en estos casos.
7. Celotipia: Este trastorno delirante se caracteriza por un miedo intenso a perder a una persona y pensamientos obsesivos relacionados con la infidelidad de la pareja. Puede conducir a reacciones violentas debido a amenazas emocionales percibidas.
8. Bidependencia: En algunos casos, la adicción afectiva emocional se combina con la adicción a sustancias, lo que aumenta los niveles de violencia y provoca síntomas físicos graves durante los episodios de abstinencia.
Aunque estos hallazgos no proporcionan una fórmula mágica para prevenir la violencia de género, arrojan luz sobre las complejas conexiones entre las experiencias emocionales y la conducta violenta. La comprensión de estos factores puede llevar a enfoques más efectivos para la prevención y la intervención en casos de feminicidio y violencia contra la mujer.