Mientras Haití se encuentra en una situación de caos y desesperación, con la espera de un despliegue de fuerzas multinacionales para combatir a las bandas criminales que han tomado el control de gran parte del país, la violencia sigue en aumento. Este fin de semana, dos víctimas notables de la violencia fueron un inspector de policía y un destacado profesor universitario, ambos asesinados a tiros por bandas criminales.
El gobierno haitiano, en medio de esta creciente espiral de violencia, está observando con cautela la situación en el país vecino. La atención se ha centrado en la frontera con Dajabón, donde haitianos están construyendo un canal para desviar las aguas del río Masacre, en violación de acuerdos internacionales centenarios. Para presionar a Haití, el gobierno dominicano ha mantenido el cierre del paso fronterizo entre Dajabón y Juana Méndez y ha desplegado un contingente militar para vigilar la construcción.
El excónsul haitiano en República Dominicana, Edwin Paraison, negó informes de que la construcción del canal se haya detenido y argumentó que quienes lideran esta obra se aprovechan de la debilidad del gobierno y la clase política haitiana.
Mientras, bandas criminales haitianas continúan perpetrando ataques, prolongando el sufrimiento de la población en medio de esta crisis. La violencia ha generado preocupación sobre el inicio del calendario escolar en Haití, programado para el 11 de septiembre, y ha afectado gravemente al sector del transporte. Los centros de acogida de desplazados en Carrefour-Feuilles también enfrentan una situación cada vez más preocupante, ya que la mayoría de los desplazados se encuentran alojados en colegios.
La crisis en Haití se agrava día a día, y la espera de una intervención multinacional se convierte en una carrera contra el tiempo para restaurar la estabilidad y la seguridad en el país más afectado por la violencia y la inestabilidad política en la región.