El secretario adjunto del movimiento chií libanés Hezbolá, Naim Qassem, ha anunciado este viernes que el grupo está "dispuesto" a "contribuir" a la confrontación contra Israel, a pesar de las llamadas de varios países y organizaciones, incluyendo la ONU, para que se mantenga al margen.
El alto funcionario destacó que las principales potencias mundiales, países árabes y la ONU han instado directa e indirectamente a Hezbolá a no interferir en los combates entre Israel y Hamás que están en curso.
Hezbolá es considerado un adversario mucho más peligroso que Hamás, ya que posee un extenso arsenal de misiles y cohetes capaces de alcanzar prácticamente cualquier punto de Israel.
A pesar de que la mayoría de los expertos no ve un interés por parte de Hezbolá ni de Israel en una escalada del conflicto regional, señalan que la intervención de Hezbolá en la guerra con Hamás podría determinar su resultado.
El primer ministro del Líbano, Najib Mikati, ha condenado las acciones de Israel y llamado a la comunidad internacional a poner fin a las hostilidades. Al mismo tiempo, instó a todas las facciones libanesas a actuar con moderación y no caer en los "planes de Israel", en clara referencia a Hezbolá.
Especialistas en política libanesa han enfatizado que la población del Líbano no tiene apetito por la guerra, recordando la grave crisis económica que siguió a la última gran confrontación militar en 2006 entre Israel y el Líbano.
A pesar de la situación, Hezbolá se mantiene en alerta máxima, y tanto expertos como personas cercanas al movimiento advierten que la situación podría cambiar en cualquier momento debido a las acciones de Irán, que podrían empujar a Hezbolá hacia la guerra. Los temores se centran en una posible ofensiva terrestre israelí en Gaza, que podría desencadenar una respuesta de Hezbolá, con consecuencias potencialmente devastadoras. Israel está preocupado de que un nuevo frente en el norte del país cambie el curso de la guerra, dada la superioridad militar de Hezbolá en comparación con Hamás.
